Schole
NarradoresEdición 2
Abraham Zacuto: un astrónomo de las cortes
Eduardo Wolovelsky 21 agosto, 2019

Tiempos de conquista e intolerancia

Destellos y reflejos se expanden desde España hacia Portugal y la expulsión de los judíos, aunque con cierta tardanza, llega al mundo lusitano. El rey Manuel I, el mismo que se había instruido preguntando a Abraham Zacuto sobre la posibilidad del viaje hacia la India, ahora lo expulsa junto a toda la comunidad de judíos a la que él pertenece. Ya no hay otro lugar seguro en Europa, por lo que, junto con su hijo Samuel, se dirige a Túnez, en el norte de África.

Último lugar

Por su suerte de errante, ya no parecía haber sitio en su mente para las estrellas y los planetas, al menos para describirlos en la forma muda y silenciosa en la que lo hacen los astrónomos. Zacuto cuenta así sus sensaciones: “No tengo ya fuerza ni para saber, se ha embotado mi juicio”. Perder el lugar, una y otra vez, quiebra los recuerdos y quebranta la esperanza. Tal vez por ello, Zacuto, el astrónomo, le dará a los astros la voz del astrólogo, esa voz que otorga a los cielos intenciones y la elección del destino de los hombres. Quizá fue esta la forma que tuvo de predecir un futuro más promisorio para su pueblo. Quizá fue el modo de dar aliento y consuelo.

Abraham Zacuto murió en el año 1515, luego de un nuevo exilio en su último lugar, la ciudad de Damasco. Sus predicciones astrológicas, como las de tantos otros pensadores que vieron en los cielos la lectura de la historia, no se cumplieron. Pero Zacuto no puede ni debe ser juzgado con la vara del presente. Vivió en un mundo distinto al nuestro, en el cual puso su entendimiento para los mejores logros del esfuerzo humano. Poco importan las sinrazones que podamos atribuir hoy a sus relatos astrológicos porque posibilitaron también sus estudios astronómicos, esos que forjaron precisas tablas e incluso el astrolabio que le regalara a Vasco da Gama. Su saber abrió los mares a los navegantes de su tiempo y aún lo hace hoy, proyectando un compromiso hacia quienes intentan atravesar, aferrados a telescopios y sondas espaciales, los inmensos océanos de los espacios interestelares.

 

Para seguir leyendo:

Gómez Aranda, M. (2003). Sefarad científica. Ibn Ezra, Maimónides, Zacuto. La visión judía de la ciencia en la edad media. Madrid: Nivola Ediciones.



Es biólogo (UBA), docente y escritor.
Editó y realizó diferentes trabajos en el campo de la divulgación de las ciencias, la pedagogía y el cine. Entre ellos, se destacan: “El descubrimiento de las bacterias y el experimento 606” (2003), “El medio interior. La experimentación con animales” (2006), “¡Eureka! Tres historias sobre la invención en la ciencia” (2008), “Iluminación. Narraciones de cine para una crítica sobre la política, la ciencia y la educación” (2013), “El siglo maravilloso. Al filo de la Gran Guerra. Memorias de la última centuria” (2016), “Voyager. El mensajero de los astros” (2017), “Frankenstein. La creatura” (2019) y “Obediencia imposible. La trampa de la autoridad” (2021).
Además, coordinó diferentes programas sobre la enseñanza y el conocimiento público sobre la ciencia.