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Experiencias Pedagógicas: Escuela ProA (Córdoba, Capital)
Adriana Fontana 20 diciembre, 2018


Ir a la contra
Pero, ¿cómo es ser estudiante en una escuela ProA? Los primeros estudiantes de esta escuela, que ingresaron en 2014 a 4to año, lo cuentan así:

La escuela ProA es difícil, más que las que estuvimos antes. (…) Pasamos mucho tiempo programando; la mitad del tiempo que estamos en la escuela estamos programando. En el cole anterior, con suerte, llegabas a tener 4 horas de clase, pero casi siempre existían los retiros anticipados, faltaban profes y teníamos muchas horas libres. En cambio, en las ProA no existen los retiros anticipados y no hay horas libres. Si un profe falta, tenemos un campus virtual donde tenemos siempre tarea. Otra característica de las ProA es la cantidad de tiempo que nos demanda estudiar. Casi todos los días, a la salida de la escuela tenemos que seguir estudiando, haciendo tareas, preparando materiales. En cambio, en mi escuela anterior nunca tuve que hacerlo. Esto se notó mucho en 6to año cuando, literalmente, pasamos todo el día estudiando. Incluso, muchas veces, todos comentamos que habíamos tenido que pasar de largo toda la noche porque no llegábamos a terminar con todo lo pendiente. La programación tiene eso, 4 horas no son suficientes. Y eso que teníamos todos los días. Todos los días. Ocupa mucho tiempo hacer un pequeño programa, por ejemplo, programar con script… tardamos aproximadamente unas seis horas. Y en el colegio teníamos unas 4 horas por día de programación. Llegábamos a casa y teníamos que revisarlo, rehacer si estaba mal, reflexionar y mandárselo al profesor. Y eso sumado a las otras materias. Teníamos trece materias más que no tienen que ver con las de la orientación que también tenían sus tareas. De la orientación eran 4 materias: Programación, Desarrollo de Aplicaciones Móviles, Testing, Club de Ciencias e Inglés Aplicado”. (Unicef y otros, 2017)

Como sostienen, en una bella conversación, George Steiner y Cécile Ladjali (2005), la tarea educativa a veces parece tener que ir a la contra: contra todos los pronósticos, diagnósticos, prejuicios. Más les proponemos, más se disponen a brindar, afirma Paula. Y continúa:

Yo, que entro a las aulas, voy a los cursos, voy a observar las clases… veo cómo laburan, laburan como locos. Los profes tienen pasión, enseñan movidos por ella. Entra la profe de Filosofía y enseña como si fuera que tiene un curso de filósofos, entra el de Programación, la de Biología, y lo mismo… Yo le decía a los profes en un momento: ¡pobres pibes! ¡Paren un poco, tanta energía fluye!

Gabriel completa la idea:

Yo recorro todas las ProA, tengo grabado a las chicas y los chicos respondiendo una pregunta que siempre les hago: ¿qué hace que tengan ganas de estudiar? La respuesta coincide: que los profes tengan ganas de enseñar. Algo se produce a partir de esa condición, los jóvenes reconocen que aprenden cuando escuchan a los profesores entusiasmados con lo que enseñan, entonces ellos se entusiasman con lo que aprenden.


Alumno participando de un panel.



Profesora para la Enseñanza de Educación Primaria (Escuela Normal Superior n.º 4).
Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA).
Magíster en Diseño y Gestión de Programas Sociales (FLACSO).
Docente de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
Directora del ISEP.