Schole
Una imagen, mil palabrasEdición 0
Ocupación militar del Río Negro por el Ejército Nacional el 25 de mayo de 1879…
Javier Trímboli 20 diciembre, 2018

No hay ningún misterio acá. La violencia recorre por entero a la conquista del desierto, en tanto acontecimiento que doblegó a un conjunto de pueblos y los desintegró como sujetos sociales y políticos que eran, hasta entonces, bien importantes en nuestra historia. Pero durante esa travesía que emprendió Roca, que tuvo mucho de escenográfica, quedó invisibilizada. Porque se marchó sobre un territorio que ya había sido “barrido” de indios. Desde que Roca asume el Ministerio de Guerra, se lanza una ofensiva, en forma de contramalones, hacia el oeste y sur de Buenos Aires. Incluso se ataca a tribus que hasta hace muy poco tiempo atrás se consideraban amigas. Son tomados prisioneros algunos de los caciques principales, como Pincén, Epumer y Catriel. La tumba de Mariano Rosas, muerto por viruela, es profanada. El ferrocarril, los telégrafos y los fusiles Remington fueron fundamentales aliados en la lucha. También el estímulo general que provocaba imaginar lo que significaría la incorporación de esos vastos territorios a la economía capitalista.

¿Hacen falta números? No estamos convencidos por varios motivos, pero volcamos acá los que aporta el historiador Enrique Masses, también Hilda Sábato, que tomó de datos oficiales del Ministerio de Guerra y Marina. Entre agosto de 1878 y mayo de 1879, 1313 indios de lanza (guerreros) fueron muertos en combate; de estos también, 1271 fueron tomados prisioneros; 10539 indios de chusma, es decir, no combatientes -niños, mujeres, ancianos-, fueron hechos prisioneros. 1049 fueron reducidos voluntariamente. Dudamos de estos números, también de las palabras, de las distinciones… Importa decir que, en la interpretación de Blanes y en la del Estado nacional en esa coyuntura liberal y conservadora, no hay lugar para el dolor que incluso estos números en su frialdad permiten adivinar.

Si en el Museo Histórico Nacional este cuadro está casi escondido -como el minotauro en su laberinto-, desde 1992 su imagen alcanzó una circulación bien importante en nuestra sociedad. El billete de cien pesos, el de máximo valor durante más de una década, se vio ilustrado por esta imagen. Todos lo tuvimos o lo tenemos -unos más que otros, sin dudas; sobre todo cuando equivalía a cien dólares-, pero el tema al que alude con estos problemas que intentamos pensar pasó una vez más desapercibido. El crítico e historiador de arte Roberto Amigo en un artículo temprano llamaba la atención sobre el cercenamiento de los márgenes en la reproducción del billete. Ni siquiera los tenues rastros del acontecimiento quedaban allí; además de la postergación de los científicos, muy poco o nada tenidos en cuenta durante los años del neoliberalismo.


Profesor de Historia (UBA).
Coordinador del Ciclo de Seminarios de Pedagogía y Cultura (ISEP).
Profesor adjunto (UNLP).