Schole
Una imagen, mil palabrasEdición 2
Imágenes, huellas y memorias
David Schäfer 21 agosto, 2019

La reconstrucción del Estudio

Desde principios de la década de 1970 hasta mayo de 1978, el Estudio de los policías fotógrafos funcionó en la planta alta del Cabildo, en la cuarta habitación de las seis que había en la Galería Oeste del Patio Mayor. La identificación de este sitio fue posible gracias al análisis que realizamos de las fotos del archivo junto con planos de diferentes épocas.

El Estudio funcionaba en una pieza de paredes claras que medía unos 4,5 metros de largo por 5 metros de ancho. Tenía cuatro aberturas: tres puertas de doble hoja y una ventana. Por una de esas puertas, que estaba ubicada en el centro de la pared que daba al norte, ingresaban, desde la habitación contigua, los detenidos para ser fotografiados. En general, permanecía abierta y, desde la posición del fotógrafo, se podía observar lo que sucedía en aquel espacio. Entre esta abertura y la pared que daba al este había 1,6 metros. En el centro, se había fijado con unas grampas tipo L un panel rectangular de casi 1 metro de ancho por 2 metros de alto que servía como fondo. El sujeto que iba a ser fotografiado, generalmente, estaba sentado en una silla —posiblemente regulable— con respaldo bajo, de espaldas a la pared. A su derecha, se colocaba un dispositivo —en la jerga, “peine”— regulable en altura que poseía un brazo, también variable, en cuyo extremo tenía una placa con números intercambiables para indicar el número de negativo y la fecha de la toma. El detenido era iluminado con dos lámparas de tungsteno —del tipo photoflood—, cubiertas por un papel vegetal para hacer la luz más difusa. Estaban colocadas una a la izquierda de la cámara y la otra a la derecha. Esta última, empotrada en el marco de la puerta de la pared que daba al este. Frente al sujeto se encontraba el trípode, que soportaba una cámara de 35 mm.

La foto n.º 1, tomada durante el cambio de película, nos permite ver parte del mobiliario. A la izquierda, las patas del dispositivo que sostiene el peine. Al centro, la silla donde se sentaba el detenido y, por detrás, el panel rectangular. A la derecha, parte del trípode que utilizaban los policías fotógrafos. Como podemos apreciar, el piso tenía baldosas de 20 por 20 centímetros, una referencia importante para calcular la distancia del sujeto a la cámara, deducir el objetivo utilizado y, también, pensar el tamaño del cuarto.

 Imágenes, huellas y memorias

Tristán Argañaraz fue detenido en 1972 y fotografiado en el Estudio (fotos n.º 2 y n.º 3). En ambas imágenes, observamos, a la izquierda, parte del pie que sostenía el peine; por detrás, el panel rectangular que servía como fondo y, luego, a la derecha, el rincón conformado por la pared norte y la pared este del cuarto. Sobre esta última, estaba empotrada la lámpara que proyecta una sombra de contornos difusos sobre el fondo, a la derecha de la imagen. Había sido instalada aprovechando el vano de una abertura que estaba en centro de la pared —una puerta con ventanas de vidrio y postigos— que había sido clausurada y sobre la cual se había colocado, al menos, un estante para depositar elementos de trabajo.

Los detenidos formaban fila en la habitación siguiente e ingresaban al Estudio, uno por uno, por una puerta doble hoja que no aparece porque está abierta. Sin embargo, a la izquierda, vemos en sombras aquel cuarto donde esperaban para ser fotografiados.

En otras imágenes del archivo, podemos observar el resto del mobiliario que había en el Estudio: dos armarios, un escritorio y dos sillas, una tapizada en cuero oscuro y otra de madera. Sobre la pared oeste, había una ventana de doble hoja con rejas desde donde podían verse los techos del D2 y los inmuebles que estaban sobre la calle Obispo Trejo.


Lic. en Cine y Televisión (UNC).
Máster de Fotografía Concepto y Creación (EFTI, (Madrid)
Docente en el Máster de Fotografía de EFTI, la UNC y Universidad Provincial
de Córdoba (UPC).
Coordinador del proyecto de intercambio académico franco-argentino
INNOVART (2017-2020).
Dirigió el proyecto de investigación “Imágenes, huellas y supervivencia”
(Secyt-UNC, 2017-2018).
Entre sus últimas exposiciones se destacan: Cámara Oscura (Sala Farina,
Córdoba, 2017) y Relaciones Causales (Galería Cero, Madrid, 2015).
Autor de dos libros: Imágenes insurgentes (2015) y El registro bruto (2017).