Esquirlas en la memoria
La etimología de la palabra esquirla es muy discutida. No hay un acuerdo sobre su origen. Del italiano schirla (astilla de metal), del latín scilla (fragmento), del griego skia (sombra). Astilla, fragmento, sombra.
En la mañana del 3 de noviembre de 1995, el cielo de Río Tercero se llenó de esquirlas encendidas. Esas piezas de acero de alta resistencia cruzaron el cielo convertidas en aerolitos al rojo vivo por efecto de los explosivos. Astillas, fragmentos, sombras. Murieron siete personas (tal vez muchas menos de las esperadas como “daño colateral”), hubo más de trescientos heridos y miles que aún hoy siguen sufriendo el horror. No se sabe qué tipo de dispositivo detonó el polvorín de la Fábrica Militar, pero sí que fue la mano del hombre la que bombardeó para cubrir un faltante de piezas y municiones de artillería presentes en los teatros de operaciones del conflicto Perú-Ecuador y la fragmentación de Yugoslavia desde el bando croata.
Pero ¿los argentinos lo saben realmente?
Fernanda Juárez, oriunda de Río Tercero, nos regala Fuego amigo. Las explosiones de 1995 en Río Tercero (Caballo Negro Editora), un libro que no es una efeméride. No pretende conmemorar un aniversario. Es un libro que comenzó a escribirse el día después del atentado y que fundamentalmente se hace dos preguntas vitales: qué tipo de sociedad pudo olvidar un acto criminal de semejante magnitud y por qué la mayoría de los argentinos no son capaces de expresar a viva voz que lo ocurrido en Río Tercero fue un crimen de Estado.
Preguntas que Fernanda desanda a través de una pluralidad de fuentes consultadas: diarios tradicionales, sitios web, blogs, entrevistas, testimonios. Parece que cada riotercerense tiene su versión de los hechos: cómo logró huir, dónde estaba, qué vio, cómo se reencontró con su familia. Y todas conmueven.
Recomiendo enfáticamente este libro que es un doloroso y necesario ejercicio de memoria y que funciona como una forma de resistencia frente a las narrativas dominantes. Está escrito en capítulos muy breves, como si fueran esquirlas encendidas, algunas caen cerca, otras un poco más lejos, y están aquellas que atraviesan directamente el corazón.
¿Quién dio la orden de volar un polvorín en medio de la ciudad? ¿Quién tuvo poder para mover camiones, borrar escudos, autorizar envíos ilegales, firmar decretos falsos y apretar el botón rojo de la explosión?
Con un prólogo precioso de Christian Ferrer, el libro resulta imprescindible para quienes buscan comprender el trasfondo de uno de los episodios más oscuros de la Argentina reciente.
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