Nos detendremos, primero, en la fotografía dentro de la fotografía, la de la detención de Chechi Argañaraz. Ernesto se encuentra con esta imagen, a fines de 2011, cuando los trabajadores del área de investigación del APM le entregaron documentación sobre su padre y su madre. Apenas las recibe, decide subir las imágenes de su padre detenido, de frente y de perfil, a una red social. Acompaña las fotos con un texto: “(…) mi viejo, fichado en la D2 en el año 1972…un precursor de caer en cana el guacho!, un perseverante el tipo, fundador de la primera escuela de reiteraciones. Una maza mi viejo! (…)”.
La referencia a ser un “precursor de caer en cana” y un “fundador de la primera escuela de reiteraciones” podemos pensarla en orden a una transición: del silencio y la mentira que, durante su infancia, atravesaron el relato sobre la muerte de su padre y las causas ligadas a su militancia política a las condiciones que hacen posible tornarlas públicas. La detención asume otras significaciones, la imagen abre un intersticio desde donde hacer público a ese padre, inscribiéndolo en el campo del Otro.
En la red social donde aparece la foto, diversos comentarios al costado de la imagen hacen hincapié en el parecido físico de Ernesto con su papá, expresan mensajes de cariño, recuerdan consignas construidas por los organismos de derechos humanos. Allí, la mirada asume protagonismo pulsional. Hay un Otro que mira la imagen del padre de Ernesto al tiempo que lo mira a Ernesto y dice. La mirada de un Otro que historiza. Luego de tantas discusiones alrededor de lo privado de la imagen, la letra jurídica en orden a los archivos, reglamentos de accesibilidad y demás sujeciones institucionales, Ernesto –en una decisión subjetiva– exhibe, muestra, visibiliza, publica e interpela.
Durante marzo de 2012, fuimos a su casa a entrevistarlo para el Archivo de Historia Oral del APM. Al preguntarle sobre ese primer encuentro con las fotografías, Ernesto relata que lo “impresionó gratamente” y cuenta:
Acá tiene cara como de resignación (…) [hace referencia a la foto de perfil], y acá tiene cara de desafiante [foto de frente]; parece que está cansado. Pero ver la clásica fotito del delincuente, con el cosito colgando, el frente y perfil, me encantó. Yo tengo recuerdos de esto… cayó un montón de veces mi viejo en cana antes que lo maten. Esta foto, verlo tan humano y no posando para la foto. Como resignado que era así la cosa, hay tranquilidad en los ojos, no hay dramatismo, no hay nada en él de superhéroe, hay lo de un tipo que, bueno, lo metieron en cana otra vez. Casi como acostumbrado, te diría. (…) Ver esa imagen de mi viejo es verlo a mi viejo desde otro ángulo en que no lo había visto. (Mecca y Magrin, 2012)