Lévi-Strauss. Hitos y referencias elementales en la consagración del estructuralismo
Estructura es una palabra de uso corriente. Todos la usamos explícita o implícitamente cuando pensamos en el ordenamiento de las cosas, de la naturaleza, del cosmos, de la cultura. Remite a una relación entre las partes y el todo, a organización, coordinación o asociación de relaciones de significación. Alude a la primacía de las formas sobre los contenidos, de lo subyacente frente a lo observable. Como otros términos del lenguaje, tal como interpretación o función, los usos de estructura están atravesados por su centralidad en la configuración de teorías que agitan las aguas de las ciencias sociales desde hace más de un siglo. Han sido muchos los que acuñaron esta noción hasta ubicarla en el núcleo de la razón; han sido muchos también los críticos que soñaron con erradicarla. No es arriesgado afirmar que ha sido y es el concepto más candente de las ciencias sociales y las humanidades, el que más páginas escritas inspiró. El concepto es, por lo tanto, central para la evolución contemporánea de esta gran área de la ciencia.
Claude Lévi-Strauss (Bruselas, 1908 – París, 2009) es el nombre indiscutido en el centro de dicho proceso. Conocer su obra resulta elemental para quien desea ingresar al orden de los discursos relativos a sociedades y culturas con algo más de lo que dispone el sentido común. En este breve texto, cumplimos con el mandato de estimular su estudio. Pero nos anima el deseo crítico de compartir un retrato humano que resulte interesante para aproximarnos a ese autor, de tal modo que el lector pueda forjar un juicio autónomo, no contaminado por el extenso pantano de malentendidos, prejuicios y posturas de mala fe intelectual adosados a las apropiaciones de la obra de Lévi-Strauss. ¿Quién fue Lévi-Strauss?, ¿cuáles fueron los ambientes familiares, políticos, culturales, académicos en los que forjó su trayectoria?, ¿qué factores explican su aporte cardinal no solo al concepto de estructura, sino a pensar la humanidad toda, en sus creaciones y contradicciones, en su grandeza y miseria?
El retrato humano indica, en su contracara, la necesidad no de evitar pero sí de controlar la tentación epistemológica, apenas teórica, intelectualista, con la que se suele guiar el entendimiento del estructuralismo lévistraussiano. No dejaremos de hablar de estructura, sino que lo haremos a través de la persona, de los usos del autor, en su historicidad y en las transformaciones inherentes a la dispersión de los aportes de Lévi-Strauss a lo largo del globo. No tenemos espacio para caracterizar los flujos de esa dispersión, pero el elemento geográfico, esencial entre las coordenadas para tratar cualquier obra cultural, en el caso de la trayectoria de Lévi-Strauss se define a partir del triángulo Francia-Brasil-Estados Unidos1. Francia marca la nacionalidad, la formación y la definitiva radicación profesional del autor. Brasil (1934-1939), el pasaje de la filosofía a la antropología, la iniciación como científico y el territorio de las expediciones etnográficas que le permitieron granjear los primeros recursos de reconocimiento y progresión académica. En Estados Unidos (1940-1947), finalmente, mentó el estructuralismo con la guía del lingüista Roman Jakobson.
Para ofrecer un panorama de la evolución de la obra de Claude Lévi-Strauss, en este artículo conectaré una selección de referencias bibliográficas elementales con lugares y tiempos, lenguas y culturas nacionales, condicionamientos socioculturales y vivencias del autor. El compendio abarca desde la primera publicación académica en 1936, en la que podemos reconocer algunas referencias indirectas a la noción de estructura, hasta 1962, cuando apareció El pensamiento salvaje, libro que marca el clímax de la canonización del autor y de su revolución teórica.
Brasil
Lévi-Strauss había llegado a San Pablo para enseñar sociología como miembro de una de las misiones extranjeras contratadas para dar inicio a la primera universidad brasileña. Además de Dinah Dreyfuss Lévi-Strauss –su primera esposa, también licenciada en filosofía por la Sorbona–, junto a él viajaron, entre otros, el historiador Fernand Braudel y el geógrafo Pierre Mombeig. Tanto dirigentes de la Universidad de San Pablo como su distinguido alumnado pedían la enseñanza del legado durkheimiano de la escuela sociológica francesa (ESFr). Esta demanda no simpatizaba al profesor, encantado por la etnología norteamericana y la centralidad que en esta tenían el método y el trabajo de campo etnográfico. Como bien destaca Emmanuelle Loyer (2015) en la mejor biografía dedicada a Lévi-Strauss, la referencia de la ESFr fue el fantasma, la sombra que no pudo eludir, a la que tuvo que plegarse para ser reconocido en su país natal. Su vocación no era la enseñanza, actividad que aborreció durante sus primeros empleos como profesor de filosofía en liceos provenzales. Pero Brasil representaba un territorio ideal para realizar expediciones y registrar información entre comunidades indígenas. Para ello precisaba legitimación y recursos materiales. Paul Rivet, médico y militar que contribuyó a la antropología con el estudio de comunidades indígenas en Colombia, dirigía el recientemente creado Musée de l’Homme y era una autoridad decisiva en la Société des Américanistes2. Si bien el reconocimiento de Rivet a Lévi-Strauss era agudamente científico, los unía el Partido Socialista3. Claude y Dinah primero visitaron aldeas caduveo, grupo de lengua guaycurú (como los toba-qom, pilagá, mocovíes, etc.) distribuidos en Mato Grosso do Sul, región septentrional del Gran Chaco. Luego prosiguieron hacia el sur del estado de Goias, donde visitaron aldeas bororo, grupo de lengua jê.
“Contribución al estudio de la organización social de los indios bororo” (1936) fue el artículo más significativo para que Lévi-Strauss comenzara a granjear reconocimiento profesional en el ámbito erudito en el que por entonces se inscribían sus trabajos: el americanismo a la francesa. Editado en 1936 en portugués y francés, el texto es un típico reporte etnográfico en el que se intenta una síntesis de la totalidad de la vida indígena, pero se concentra en la organización social, intrincada, sofisticada, atravesada por prescripciones y reglas de reciprocidad, urdida por relaciones de parentesco (sistemas de clanes exogámicos). Si bien en ese artículo no hay signos del estructuralismo como paradigma que oriente las elecciones del autor, es preciso anotar que una noción de estructura es utilizada ahí por Lévi-Strauss. Ciertas frases hasta tientan al espejismo de los orígenes de la revolución fonológica en el autor: “La estructura morfológica de la aldea traduce inmediatamente la organización social”; un apartado, inclusive, se titula “Manifestaciones concretas de la estructura social” (Lévi-Strauss, 1936, p. 271 y p. 288, respectivamente; traducción y cursivas propias)4.
Fuente: Fondo Luiz de Castro Faria, depositado en el Archivo de la Ciencia del Museu de Astronomia, CNPq, Río de Janeiro.
Estados Unidos
El primer artículo centrado en la noción de estructura que Lévi-Strauss publicó data de 1945. “El análisis estructural en lingüística y en antropología” fue escrito y publicado en Nueva York, ciudad donde Lévi-Strauss vivía como exiliado desde 1940. De origen judío, con intensa actividad política juvenil, su lugar en Francia, adonde había regresado en 1939, estaba en jaque. Pudo exiliarse gracias a su elección por la Fundación Rockefeller para el salvataje de científicos europeos amenazados por la guerra. Además de extraordinarias condiciones para estudiar –en bibliotecas completísimas–, enseñar y publicar, en Nueva York Lévi-Strauss extremó sus experiencias intelectuales: en el ámbito de las artes, por ejemplo, a través de su amigo André Breton y su participación en círculos de vanguardia estética. El arte era el capital vital de su linaje: el padre vivió como pintor y fotógrafo; un bisabuelo fue uno de los principales compositores de las cortes de Louis Philippe. De hecho, la música clásica era el espejo en el que Lévi-Strauss deseaba ver reflejado su estructuralismo, tanto por la intensidad de ese arte como por las cualidades de formalización y abstracción para traducir cualquier tipo de mensaje. En el plano científico, Lévi-Strauss participó de una comunidad internacional de sabios. Así nació la amistad y el intenso intercambio intelectual con Roman Jakobson, referente del círculo lingüístico de Praga, una de las plazas donde fermentó la fonología como estación subsiguiente al estructuralismo en lingüística, paradigma consagrado a inicios del siglo por Ferdinand de Saussure.
En aquel artículo seminal, Lévi-Strauss demuestra las condiciones para que la antropología alcance el grado de objetividad al que había llegado la lingüística estructural: considerar cada segmento de la vida sociocultural como sistemas de signos para los que solo la lengua ofrecía el modelo completo, por su inicio y fin como acto puro de significación. Lévi-Strauss aplica el método fonológico para desvendar una estructura elemental del parentesco que consigue aislar –y que denomina “átomo”– tras el análisis del avunculado, práctica relativa a la importancia del tío materno presente en múltiples continentes, pero especialmente en África meridional. A contramano de las teorías dominantes, tanto en la ciencia pasada como en el sentido común, el parentesco no es definido ni por la descendencia ni por la consanguinidad, que son signos de una relación biológica. Lo que funda el parentesco es la alianza, el lugar exclusivamente social que pone en marcha el circuito de intercambios más primitivo, y por ello elemental5: un hombre solo puede recibir una esposa de otro hombre, lo que representa que la familia cede un miembro a otro grupo y con ello sella un contrato social impregnado de derechos y obligaciones, sanciones y celebraciones. Ese nexo exterior demuestra que la familia nuclear no alcanza para comprender la totalidad de las relaciones, no representa una unidad suficiente para explicar la organización del parentesco. En definitiva, lo que caracteriza el parentesco no es lo que la cultura preserva de biológico, sino el mecanismo que la (nos) separa de la naturaleza. La prohibición del incesto, ley universal de este asunto, es la llave explicativa para comprender el caracter social del parentesco; es decir, para reconocer que, en toda comunidad, los vínculos afectivos y sexuales posibles se dirimen a partir de reglas arbitrarias que prescriben y proscriben ciertas prácticas. Ese artículo puede ser leído como el proyecto general para todos los estudios estructuralistas que el autor realizó de allí en más.
Francia
Todas las pretensiones del autor para fundar una teoría con sello propio se plasmaron en “Las estructuras elementales del parentesco”, título de la tesis doctoral, defendida en la Sorbona en 1948 y publicada como libro un año después. Además de la profundidad de un trabajo que no pocos académicos consideraron revolucionario (se habló de él como “un Darwin francés”), la obra lleva la sanción de la Sorbona y la figura algo ficticia de Georges Davy como director –quien era uno de los últimos miembros activos de la escuela sociológica francesa–. En la tesis, Lévi-Strauss se apoya extensamente en la teoría del don, del intercambio primitivo que había formulado Marcel Mauss. El revuelo que causó la tesis y el libro lo animaron a postularse como candidato a profesor en el Collège de France, la institución en el ápice del prestigio científico en Francia. Sufrió un doble rechazo, duro revés al ego del autor, que vivió con inestabilidad emocional la década de 1950. Recién en 1951 obtuvo un cargo docente. Sucedió a Maurice Leenhardt en la cátedra de “Religiones de los pueblos no civilizados”, en la École Pratique de Hautes Études. A partir de entonces, en parte condicionado por esos lugares y legados, Lévi-Strauss comenzó el estudio detallado de fenómenos de tipo religioso, puntales de sus magistrales investigaciones sobre las estructuras elementales de los mitos amerindios, desde Alaska a Tierra del Fuego.
Volante de difusión del ciclo de seis conferencias sobre la “expresión mítica de la estructura social”, que Lévi-Strauss dictó en el Collège de France en enero de 1950. (Fuente: Loyer, 2015, p. 358)
Si de este período de inestabilidad se menciona la “Introducción a la obra de Marcel Mauss” (Lévi-Strauss, 1971 [1950]), es por representar un índice de la operación realizada por Lévi-Strauss para hacerse un lugar en la tradición que marcó el prestigio de las ciencias sociales francesas desde inicios del siglo XX. El lector podrá leer allí no solo un elogio, sino también la aplicación del razonamiento estructuralista como método para rematar las verdaderas explicaciones de fenómenos como el don, a las que Mauss, según Lévi-Strauss, no pudo llegar. El dilema de la insuficiencia de los sistemas de razonamiento para una comprensión completa de la realidad es un dilema histórico: a futuro vendrá otro observador mejor pertrechado para señalar nuestras deficiencias y completar las explicaciones, en una espiral donde la ciencia va detrás. Cuando la ciencia imagina sus métodos, el material empírico ya fue alterado por el tiempo. Solo registramos fragmentos, escorias de construcciones que únicamente existen en la profundidad del inconsciente como mecánica de asociaciones de sentidos generadas en tiempos irrecuperables. La miserable situación a la que fueron condenados los amerindios por la dominación europea es la imagen más elocuente de ello, pero es el estado normal de las expresiones culturales: fragmentarias, incompletas. Ante tal barrera, el estructuralismo propone un método deductivo para reconstruir totalidades. No se trata de restituir todas las posibles conductas, ideas y artefactos, como arqueólogos, sino de deducir el sistema de signos necesarios que, combinados, construyen el pensamiento y orientan los comportamientos. Este es el gran tema de Tristes Trópicos (1997 [1955]), el mejor libro de Lévi-Strauss.
En Tristes Trópicos también retrata su deriva de la filosofía a la antropología y propone un collage donde combina elementos biográficos, experiencias etnográficas en los sertones brasileños, críticas morales a la decadencia de Occidente. Es un texto con pretensiones literarias, escrito con la intención de hacerse eco de sus autores más apreciados, como Pierre Mac Orlan8. Lectura atrapante, con prosa excelsa y libertad creadora que no pierde de vista la necesidad de explicar la humanidad a través de un método racional como el estructuralismo. Es el libro menos académico de Lévi-Strauss y en el que podemos hallar algunas de las aplicaciones más rigurosas del método de pensamiento que proponía con su estructuralismo:
El conjunto de las costumbres de un pueblo es marcado siempre por un estilo; dichas costumbres forman sistemas. Estoy persuadido de que estos sistemas no existen en número ilimitado y de que las sociedades humanas, como los individuos –en sus juegos, sus sueños o sus delirios– jamás crean de manera absoluta, sino que se limitan a elegir ciertas combinaciones en un repertorio ideal que resultará posible reconstituir. (Lévi-Strauss, 1997 [1955], p. 185)
Los aportes sobre el concepto y la redefinición incesante de la teoría se condensaron hacia 1958 en Antropología Estructural (Lévi-Strauss, 1984 [1958]), libro que reúne aquel primer artículo sobre el avunculado y otros seleccionados para tallar teóricamente el concepto y demostrar su eficacia en análisis empíricos delimitados, en temas de organización social y parentesco, magia y religión, lenguaje y arte. Este libro siempre funcionó como compendio que aceleró la recepción internacional de Lévi-Strauss, al tiempo que por todo Occidente se multiplicaban exponencialmente las carreras universitarias que iniciaban la formación en modernas ciencias sociales como la sociología, la psicología y la antropología.
El pensamiento salvaje (Lévi-Strauss, 1984 [1962]), finalmente, se concentra en los problemas de la clasificación, de la lógica combinatoria, de las transformaciones, del tiempo, en fin, de las tensiones entre universalismo y particularismo. Trata al arte, la magia y la ciencia como usinas de producción de formas de pensamiento equivalentes, traducibles entre sí en cuanto su diferencia reside en la primacía otorgada a uno de los polos de la razón y la sensibilidad, a la orientación cognitiva a partir de conceptos o de acontecimientos, de significados o de significantes. Los insumos para procesar ese tipo de formas de organización intelectual son los mismos: sistemas de signos, con la lengua como paradigma9.
El pensamiento salvaje marca el cenit de la antropología como ciencia. Punto cardinal entre nuestro presente y los primordios del surgimiento de la disciplina, pocos libros, quizás ninguno, son parangonables si se consideran la potencia y la autoridad con que Lévi-Strauss delimitó su programa de pensamiento y el de la antropología frente al resto de las ciencias sociales y humanas, frente a la política y la crisis de Occidente. Editado en 1962 por Plon, dos años después de su coronamiento como profesor en el Collège de France, primero limó errores del pensamiento antropológico –con El totemismo en la actualidad, publicado ese mismo año solo unos meses antes– y luego ajustó cuentas con las “robinsoneadas” que legitimaban la supremacía de la filosofía europea:
Lo que [Sartre] propone son “robinsoneadas” (…) cuando pretende restituir el sentido del cambio matrimonial, del potlach (…). Sartre se refiere entonces, a una comprensión vivida en la praxis de los organizadores, fórmula caprichosa a la que no corresponde nada de real, salvo quizás la opacidad que opone toda sociedad extraña a quien la considera desde afuera, y que lo incita a proyectar sobre ella, en forma de atributos, las lagunas de su propia observación. (Lévi-Strauss, 1984 [1962], p. 382)
El libro remata con una certera crítica a Jean-Paul Sartre, al papa del mundo intelectual. Deja al desnudo el etnocentrismo y la arrogancia de la Crítica de la razón dialéctica, publicado poco antes, y resuelve una necesidad nada personal: dotar a las más complejas formulaciones intelectuales de un método que dé cuenta de las transformaciones de realidades no solo modernas. Con Lévi-Strauss el simbolismo, el pensamiento, la significación saltaron al ápice de las explicaciones. Fue tan poderosa su revelación que devino paso obligado para todo aquel que de allí en más pretendió postular otras teorías y novedades en las ciencias sociales y las humanidades.
Referencias
Lévi-Strauss, C. (1936). Contribution à l’étude de l’organisation sociale des indiens bororo. Journal de la Société des Américanistes 28, pp. 269-304.
Lévi-Strauss, C. (1971 [1950]). Introducción a la obra de Marcel Mauss. En Marcel Mauss, Sociología y antropología. Madrid: Tecnos, pp. 13-42.
Lévi-Strauss, C. (1984 [1958]). Antropología estructural. Buenos Aires: Eudeba.
Lévi-Strauss, C. (1984 [1962]). El pensamiento salvaje. México DF: Fondo de Cultura Económica.
Lévi-Strauss, C. (1997 [1955]). Tristes trópicos. Barcelona: Paidós.
Loyer, E. (2015). Lévi-Strauss. París: Flammarion.
Novello, A. (2021). Lévi-Strauss en Argentina. Itinerarios de la recepción de una obra clave en la historia cultural global. Villa María: EDUVIM.
Notas
- Para quien desee conocer la recepción en Argentina y América Latina, véase Novello (2021).
- Además de Rivet y de Alfred Métraux, para los primeros pasos de Lévi-Strauss como etnólogo otros mediadores significativos fueron: Celestin Bouglé, Georges Dumas y Marcel Mauss por el lado francés; Mario de Andrade, Heloisa A. Torres y Luiz de Castro Faria por el lado brasileño.
- Hasta el retorno a Francia en 1947, Lévi-Strauss fue militante socialista. De joven fue elegido secretario general de la Federación de Estudiantes Socialistas y asistió a dirigentes en funciones legislativas. En los años 30, Rivet era parlamentario del PS. Este vínculo fue esgrimido por el Estado Novo varguista para dificultar la autorización de la segunda expedición de Lévi-Strauss, finalmente lograda gracias a Mário de Andrade, director del departamento de Cultura del Estado de San Pablo.
- En la bibliografía de aquel artículo no hay referencia alguna a A. Radcliffe-Brown, E. Evans Pritchard u otros precursores del estructuralismo en antropología.
- Una de las reglas de Saussure afirma la arbitrariedad del signo lingüístico. La conexión que a nivel inconsciente se establece entre un significante y un significado es guiada por convenciones sociales.
- En 1949 se postuló a la cátedra de “Psicología de la infancia”. No fue elegido, pero a los pocos meses volvió a intentarlo.
- El primer empleo que Lévi-Strauss tuvo en París fue como subdirector del Museo del Hombre. Rivet se jubilaba y quería que Lévi-Strauss saltara a su cargo, pero el consejo de la institución eligió otro candidato. En esos primeros años tuvo un puesto en el CNRS, equivalente francés a nuestro CONICET.
- La Academia Goncourt publicó un comunicado donde lamentaba no haber podido premiar Tristes Trópicos como ensayo literario porque el libro apareció al tiempo en que deliberaba el jurado.
- El pensamiento salvaje desplegaba los tópicos, las teorías y el tipo de referentes empíricos que orientaron los resultados plasmados en las dos mil páginas que suman los cuatro volúmenes de Mitológicas, publicados entre 1964 y 1971.