Lo nuevo y los nuevos

publicó una suerte de manifiesto, Gritos de Neón, en el que sostiene que la novedad sigue estando en la música, que lo nuevo no se detuvo, late en el autotune y se plasma en cantidad de temas que tienen como favoritos en sus playlists nuestros alumnos. (Percaz y Trímboli, 2023)
La mención a Mackintosh interpela al lector (incluso al más informado) que no solo desconoce el nombre del autor, sino que observa de lejos, con cierta sorpresa –y en ocasiones con espanto–, las novedades del drill, el trap y el bashment que, si seguimos a Mackintosh (2022), “hicieron que la música sea novedosa otra vez”. Producir este desconcierto en el lector docente, moverlo de su conocimiento habitual hacia formas y nombres menos reconocibles, era una de las maneras elegidas por Javier para presentar el mundo. Pero a decir verdad, ese movimiento no se consumaba sin otro que lo involucrara a él de modo nítido como lector y profesor: el del asombro de compartir cada vez menos lecturas, modos de ver y gustos musicales con sus estudiantes. Este gesto, el de bucear e intensificar el contrapunto y la incomodidad, formó parte del estilo y definición de lo que para Javier significaba enseñar, esto es, poner en relación saberes universales con experiencias y conocimientos concretos de cada uno, pero no como forma de incentivar la erudición cultural sino como manera de actualizar la curiosidad en la tarea de transmisión, sin importar la condición identitaria ni la clase social. Se dirá: es el trabajo de todo docente. Responderemos: ¡pero qué difícil es hacerlo bien! Y si en algo Javier llegó a ser “maestro”, es justamente en el enigmático interjuego de saberes, transmisión y vida.
El argumento del artículo al que hacemos referencia, “La pregunta por el futuro”, justifica la cita a Mackintosh porque en ella se subraya la relación entre lo nuevo y los jóvenes: “la alarma por un futuro cultural y socialmente ocluido es solo un lamento de quienes ya no son jóvenes y perdieron la posibilidad de entender qué pasa con ellos” (Percaz y Trímboli, 2023). En lugar de preocuparse por el futuro como hacen quienes ya no son jóvenes, mejor sería –imaginamos nosotros–, tratar de oír cómo suena la (nueva) música de los nuevos. Pero no. En su fascinación por la tecnología digital, Mackintosh renuncia a dar consejos a los mayores, en los que ya no confía porque le mintieron sobre el futuro. Habla a los nuevos y a los que vendrán: “el futuro es ese hermoso horizonte siempre retrocediendo” (Mackintosh, 2022, p. 160) en el que la voz humana es el campo de exploración de la música del porvenir y, por lo tanto, de la cultura.
Justamente en este punto se abre otra pregunta que Laura y Javier formulan con precisión benjaminiana. Es que no es posible hacer un “análisis general” sobre el futuro sin reconocer que hay, en relación con el pasado, tradiciones en disputa respecto del uso del tiempo: “en la tradición de los oprimidos, donde lo que rige es el ‘estado de excepción’ –nunca la ley y la protección–, ¿qué lugar hubo alguna vez para el futuro?” (Percaz y Trímboli, 2023). La pregunta del historiador materialista coloca al docente, pero también al ciudadano en general, ante la necesidad de repensar su relación con el pasado desde la perspectiva de los oprimidos. Contra la historia de los vencedores que no cesa de producir usinas de circulación celebratoria, la historia de los vencidos está en estado de inminente disolución. Salvarla es entonces una exigencia ética, una premisa pedagógica.
Retomemos por un instante las ideas de Mackintosh y preguntemos: en la voz intervenida digitalmente, ¿resiste la cultura humana en tanto “última trinchera de lo aurático” o se expresa la captura definitiva de su esencia en un pasaje al acto de lo posthumano? Lo que late en el autotune, ¿es el grito desgarrado de los oprimidos o más bien se trata del sonido que renuncia a toda idea de emancipación humana, a toda utopía de justicia? El optimismo juvenil y pendenciero de Mackintosh que afirma “lo que sea que pase estoy seguro que será genial” (2022, p. 160) confronta con la tesis realista y a esta altura conservadora que sostiene que el futuro “ha sido cancelado”. Trímboli no compartía ese optimismo. Pero tampoco aceptaba –y me animaría a decir que, como escritor y docente, Javier militaba contra– la repetida sentencia de que “no hay nada nuevo bajo el sol”. Creía en la natalidad, amaba a los nuevos en todo lo que tienen de informe, de promesa, de fuerza irredenta. Javier era un romántico, y como tal creía en las palabras, en su poder performativo. Y a la vez era un historiador y un archivista tenaz al que le molestaba la nostalgia no siempre justificada respecto de un pasado de justicia que no existió más que de a ratos. Pero sobre todo lo incomodaba la placidez de quienes creían haber ganado una posición de enunciación y usaban el conocimiento del pasado para justificar su lugar en el presente y no para intentar, una y otra vez, transformarlo.
Todo aquello con lo que soñaba Javier se puede entrever en las últimas líneas del texto que escribió con Laura:
El régimen de la novedad está en peligro. Aunque, volviendo una vez más a Benjamin, hay una “pequeña puerta” que no se cierra y que permite imaginar la interrupción de lo consabido, de lo ya dado. Los nuevos y las nuevas quizás tengan la ganzúa. (Percaz y Trímboli, 2023)
No nosotros, “hombres grandes ya”, sino los nuevos y las nuevas quizás tengan, en lugar de una llave prefabricada, un objeto singular, hecho de alambre, inventiva y deseo, una artesanía fugaz que permita abrir verdaderamente esa puerta para que ingrese el viento de la gran política, esa que nos pondrá ante otra pregunta, la pregunta definitiva por nuestro destino.
Referencias
Mackintosh, K. (2022). Gritos de neón. Buenos Aires: Caja Negra Editora.
Percaz, L. y Trímboli, J. (2023). La pregunta por el futuro. Revista Scholé, n.° 12. Para el Instituto Superior de Estudios Pedagógicos, Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. Disponible en: https://schole.isep-cba.edu.ar/la-pregunta-por-el-futuro/