Hombres de ciencia
Siendo un líder indiscutible de la ciencia en Alemania y presidente de la Sociedad Káiser Wilhelm, Max Planck sostuvo una particular relación con el poder del régimen nacionalsocialista de Adolf Hitler. Frente a la posibilidad de oponerse al despido de los profesores judíos de sus cargos docentes a causa de la ley de Restauración de la Administración Pública, Planck comentó que “si hoy treinta profesores se alzan y protestan contra el gobierno, mañana habrá ciento cincuenta individuos que expresen su adhesión a Hitler, simplemente porque quieren esos empleos” y aceptó el hecho. Tampoco dudaría en extender su brazo para pronunciar el subsecuente “Heil Hitler”. Poco antes de la promulgación de aquella ley, Einstein renunció a su puesto en la Academia Prusiana de Ciencias que, de todas formas, pensaba expulsarlo sin oposición alguna, ni siquiera la de Planck. Einstein reconoció que “el comportamiento de los intelectuales alemanes –como colectivo– no fue mejor que el de la chusma”. Considerando la ductilidad de los criterios éticos de muchos científicos, el historiador José Manuel Sánchez Ron afirma:
Algunos podrán decir que esa ductilidad ética se ve favorecida por la presión introducida por un Estado totalitario. Es posible, pero son demasiados los ejemplos –anteriores y posteriores al Tercer Reich– de científicos de Estados democráticos realizando investigaciones cuyos resultados no favorecen ciertamente el mito de la ciencia como una actividad éticamente independiente de la política como para aceptar sin más esta fácil y agradable escapatoria. 2
2. Sánchez Ron, J. M. (2007). El poder de la ciencia. Historia social, política y económica de la ciencia (siglos XIX y XX). Barcelona: Crítica, p. 682.
Eddington, Einstein y Planck compartieron un tiempo común. Fueron hombres de ciencia que en sus disímiles decisiones desmienten la existencia de un conjunto llamado “los científicos”. De hecho, la ciencia no es una unidad, es un mundo de conflictos y controversias que nos obliga a reflexionar sobre una nueva ideología conservadora que define al conocimiento como un divertimento, como un evanescente espectáculo o como un fútil acto de prestidigitación dificultando, en la educación, el análisis y el necesario entendimiento.