La obra de Orwell nos lega una advertencia sobre la vigilancia que el desarrollo tecnológico posibilita, sobre la promoción de noticias que creemos legítimas sin más, sobre eslóganes que destrozan la posibilidad lógica del entendimiento y sobre un mundo privado que se difumina hasta disolverse.
Orwell comprendió, imaginó, una forma de sometimiento. Intuyó ciertos riesgos políticos vinculados al devenir tecnológico. Nuestro hombre joven, que trabajó para el “Ministerio de la Inteligencia”, no tiene que imaginar; sabe y, por ello, escribe:
PRISM permitía a la NSA recopilar de forma rutinaria datos de Microsoft, Yahoo!, Google, Facebook, PalTalk, YouTube, Skype, AOL y Apple, lo que incluía emails, fotos, conversaciones de video y audio, contenido de navegación web, consulta en motores de búsqueda y todos los demás datos almacenados en sus nubes, de forma que las empresas se convertían en co-conspiradoras conscientes. Por su parte, la recopilación Upstream era un método sin duda más invasivo: permitía recoger datos rutinaria y directamente de la infraestructura de internet del sector privado, eso es de los conmutadores y enrutadores que derivan el tráfico de internet en todo el mundo, mediante los satélites en órbita y los cables de fibra óptica de alta capacidad que van por debajo del océano. Esta recopilación de datos se gestionaba desde la unidad SSO (Special Source Operations u Operaciones de Fuentes Especiales) de la NSA, que fabricó un equipo secreto de escuchas y lo incrustó en los centros corporativos de solícitos proveedores de servicios de internet de todo el mundo. Juntos, PRISM (recopilación de datos en los servidores de grandes proveedores de servicios) y la recopilación Upstream (recogida directa en la infraestructura de internet), garantizaban la posibilidad de someter a vigilancia la información de todo el planeta, estuviese almacenada o en tránsito.4
4. Ibidem, pp. 300-301.
En junio de 2013, Edward Snowden, quien fuera empleado de la CIA y la NSA, reveló a periodistas del diario The Guardian varios documentos en los que se ponía en evidencia el relevamiento y espionaje que se hacían sobre la información privada de los ciudadanos, llevando al debate público el poder del Gran Hermano digital. Al respecto, escribió:
Decir que no te importa la privacidad porque no tienes nada que esconder no es diferente de afirmar que no te importa la libertad de expresión porque no tienes nada que decir.5
5. Ibidem, p. 282.
En la actualidad, Edward Snowden reside en Moscú. En tanto, Winston Smith aún declara desde las páginas de 1984 que ama al GRAN HERMANO.