Cuando hablamos de educación mediática, lo hacemos señalando que ambas acciones deben ir de la mano. Aprender a comprender críticamente los medios implica también aprender a producirlos, pero no con los objetivos que persiguen aquellos que manejan las grandes plataformas y medios digitales, sino con propósitos propios. Leer críticamente y producir creativamente, dice Buckingham3, es parte de una ciudadanía activa y la escuela es el lugar para estos aprendizajes.
3. Buckingham, D. (2002). Crecer en la era de los medios electrónicos. Madrid: Morata.
La radio desde sus comienzos fue mirada críticamente por quienes consideraban su poder de penetración ideológica y su matriz industrial orientada solo al mercado y al consumo, pero también fue considerada como un medio democratizador, un medio con potencialidades emancipadoras en tanto puede dar voz a quienes son acallados. Bertolt Brecht, allá por 1932, proponía “una rebelión del oyente, es decir, que éste se reactive y reponga como productor”4.
4. Nigro Geolkiewsky, H. (2015, 11 de agosto). “Al pequeño aparato de radio”. “Teoría radiofónica”. Recuperado del vínculo.
Algo de esto tomaron las radios comunitarias y educativas que, en América Latina y desde la década del sesenta, vienen desarrollando procesos de alfabetización a través de la radio, recuperando la oralidad como forma de comunicación central para numerosas poblaciones rurales y urbanas que, excluidas del lenguaje escrito, encuentran allí la posibilidad de recuperar la voz propia y aprender a leer y a escribir el mundo, como decía Paulo Freire.
La radio hoy, frente a la diversificación de las formas de tratamiento y registro del sonido que permite lo digital, se resignifica de muchos modos. Nuevos formatos y contenidos radiofónicos circulan por la web en forma de podcasts. Pero más allá de estos cambios, hay algo que la caracteriza y que hace que sobreviva a los otros medios y lenguajes que hoy buscan imponerse: es la cercanía, la reacentuación que le da la voz de quien habla y el vínculo dialógico que entabla con quien escucha lo que la distingue. Hay algo de la (inter)subjetividad profunda que la radio permite porque la voz es quizás una de las mejores “portadoras de los sentidos de la existencia”, como dice Bajtín5, y es también vehículo de la otredad en tanto siempre implica a otro. La voz siempre es dialógica, invita al otro a ser parte de ese universo de sentido que abre. Quién habla, aunque monologue, dialoga porque constituye siempre un destinatario y, al hacerlo, también se constituye a sí mismo como enunciador. La voz, siguiendo a Bajtín, siempre remite a alguien, quien define su propia mirada del mundo, su posición y así siempre incita al diálogo.
5. Bubnova, T. (2006). Voz, sentido y diálogo en Bajtín. Acta poética, 27(1). DOI: 10.19130/iifl.ap.2006.1.191
Quizás sea esa capacidad dialógica lo que le ha permitido a la radio sobrevivir estos cien años, ese vínculo intersubjetivo que la voz propia convoca y favorece. Esa posibilidad que la voz le da al mundo de ser narrado y escuchado, la potencialidad que tiene de compartir relatos que entretejen lo extraordinario sobre la trama gris de la vida cotidiana.
La radio en los procesos educativos abre experiencias significativas para los estudiantes en variados sentidos. Les habilita un espacio enunciativo novedoso al poner en juego sus propias posiciones, su cosmovisión; eso los lleva a asumir un compromiso personal con “lo que se dice”. Personaliza su tarea porque, como dice Bubnova, “la voz es, pues, la fuente de un sentido personalizado; detrás de ella hay un sujeto persona”6. Pero también los lleva a preguntarse por sus destinatarios, los abre a la otredad, a preguntarse por quién es el otro, qué quiere, qué piensa y qué les quiere comunicar. Todas tareas que también deben enriquecer el derecho a la comunicación, ya que el diálogo parece ser uno de los caminos para una sociedad democrática e igualitaria. Comunicación y educación son derechos que deben realimentarse.
6. Bubnova, T (2006) “Voz, sentido y diálogo en Bajtín” en Acta Poética vol.27 no.1 México abr./may. 2006