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Experiencias pedagógicasEdición 2
Incluir la mirada de género en la escuela
Carolina Guevara 23 agosto, 2019

¿Por qué capacitar en género? Acercamiento a la problemática y a conceptos que aborda el Programa ELVG

Incluir la mirada de género en la escuela

Las problemáticas de género no solo se traducen en desigualdades sociales, sino también en la construcción de ciudadanía y de lazos colectivos, ya que una democracia plena y efectiva supone la igualdad entre hombres, mujeres y otras identidades disidentes bajo un paradigma de absoluta diversidad.

La desigualdad de género está determinada por el sistema patriarcal (una forma de organización social que privilegia lo masculino por sobre lo femenino y otras identidades subalternas) y el machismo, que persiste y se perpetúa por medio de una serie de mecanismos sociales y culturales que lo reproducen. El problema es que el machismo fomenta modelos de femineidad, de familia y de parejas que reproducen esa división tradicional (con la producción de identidades de género que definen roles opuestos, complementarios y jerárquicos) entre hombres y mujeres.

Según Rita Segato (Facultad Libre, 2016), la historia del Estado está asentada sobre las bases filosóficas del pensamiento patriarcal, es decir, tiene el ADN del patriarcado. Y afirma, además, que cuando hablamos de género estamos hablando de la primera forma de subordinación que será replicada en todas las otras relaciones de poder. Entonces, al referirnos al género hablamos de economía, hablamos de poder y, principalmente, estamos hablando de que no es posible socavar las identidades producidas por este sistema de ese lugar estereotipado que ocupan sin que el edificio entero se derrumbe, edificio de todas las jerarquías que luego van a replicar esta jerarquía fundante que es la patriarcal.

Segato (Facultad Libre, 2016) también se pregunta si las mujeres son o no personas. Esto en plan de cuestionar la verdadera posición de las mujeres en la sociedad, ya que como sujetos tienen todavía un carácter ambiguo: en algunos momentos, las mujeres han sido, y continúan siendo, objeto de trueque, cosa, objeto; su cuerpo se convierte en cosa en un mundo que valoriza los objetos; particularmente, en esta fase apocalíptica del capitalismo donde el mundo de las cosas ha avanzado como nunca, donde la naturaleza es cosa y objeto, la tierra es cosa y los cuerpos son más que nunca, una cosa. En consecuencia, las mujeres están en esa situación ambigua: no son personas y también, a la vez, claro que lo son, y así las identidades femeninas transitan en el contexto actual por esa ambivalencia que no es lo que se desea, pero que es lo que está presente todo el tiempo.

Luis Bonino Méndez (1998) aborda esta expresión del poder que se manifiesta no solo en los casos extremos de violencia, sino en lo que este autor denomina “micromachismos”. Es lo que Foucault expresa cuando habla de los micropoderes y su relación con el poder, según cita Bonino en su artículo:

“Es preciso comprender cómo las grandes estrategias de poder se incrustan, hallan sus condiciones de ejercicio en microrrelaciones de poder. Designar estas microrrelaciones, denunciarlas, decir quién ha hecho qué, es una primera transformación del poder. Para que una cierta relación de fuerzas pueda no solo mantenerse, sino acentuarse, estabilizarse, extenderse, es necesario realizar maniobras…”. (1998, p. 1)



Lic. en Comunicación Social (FCC-UNC).
Doctoranda en Políticas Públicas (IIFAP-UNC).
Capacitadora del Programa Provincial de Prevención de las violencias de
género “Escuelas Libres de Violencias de Género”, del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos de la Provincia de Córdoba.
Actualmente coordina la Organización “Hablamos de Amor Córdoba” que
trabaja en la prevención de violencias en noviazgos y relaciones
sexoafectivas adolescentes.
Se ha desempeñado como integrante del equipo Consultor de UNICEF Argentina.