Otra vez, el plural: “nos hace preguntas”. Insisten, sostienen la mirada, saben cuál es el horizonte, quieren, trabajan. Lo rugoso, lo feo, lo incómodo; esas historias que traen los jóvenes en sus relatos, y que encuentran escucha en el PIT, nos abren a una nueva posibilidad.
El PIT va a cumplir 9 años de historia y algunas cosas nuevas van pasando. Hay más de 3000 egresados, 80 sedes en todas las localidades de la provincia y, cada año, más de 5000 jóvenes que habían dejado la escuela se inscriben acá y comienzan otra vez.
La experiencia del PIT es la posibilidad de un nuevo comienzo (otra vez, agregaría Arendt). Nos abre una nueva oportunidad. No solo a los jóvenes de terminar su escolaridad, sino, principalmente, a nosotros: los adultos, la sociedad y el sistema educativo; podemos ser mejores, menos injustos, más responsables.
Lo que hacemos es reacomodar la escuela para que los jóvenes puedan estudiar, hacemos cambios en la organización: otro régimen académico. No es fácil, pero está avanzado. Son otros modos de transitar la escolaridad en un tiempo que se puede ajustar a situaciones diferentes, a otras formas de estar en el aula –la del pluricurso–, otras formas de plantear la evaluación, otras reglas para la promoción, otros ritmos en el estudio. Y, también, lo que te decíamos antes: recibirlos con un beso, que sepan que nos alegran, que los estamos esperando; llamarlos por el nombre, reconocerlos, mirarlos a los ojos, preguntarles cómo están; ir a buscarlos cuando dejan de venir, sostenerlos en la concurrencia a la escuela.
Es un acompañamiento que reconoce la diferencia –de lugares, de responsabilidades, de vidas, de edad, de saberes–, lo que no supone desigualdad. Por el contrario, repone igualdad; igualdad de las inteligencias, diríamos con Rancière. Un acompañamiento que se define por el no querer dejar solos y por el no querer quedarnos solos, sin compañía. Por eso, el acompañamiento definido –como diría Cornu (2017)– por la reciprocidad. La experiencia del PIT es la del acompañamiento que hace humanidad.
Comprender que el aprendizaje es un camino personal y, a la vez, estar atentos a que “aprender en la escuela –como nos decía Meirieu– tiene una potencialidad singular: se hace con otros”. Cada cual tiene un ritmo propio, un estilo característico, logros que alcanzar, pero tenemos que hacerlo con otros, hay que hacerlo en un pluricurso. Algo nuevo para nosotros como docentes, como sistema educativo, como escuela. Nos cuesta, pero también es una oportunidad. Vamos a seguirla hasta encontrarle la vuelta.
Ellos llegan al PIT diciendo que quieren volver a estudiar, que les dijeron que en este programa van a poder terminar. Tenemos que responder por eso, tenemos que hacernos cargo, tenemos que hacer una escuela secundaria que reconozca estos nuevos desafíos que tiene: esto es el PIT.
Actos políticos bellos se deben al Eros tanto como las obras filosóficas. La política que se deja conducir por el Eros es una política de lo bello. He vuelto a Byung-Chul Han, a lo que nos permite pensar. Lo bello es lo vinculante. Lo que funda duración.
Alain Badiou, dice Han, lo llamaría fidelidad. En su Elogio del amor (2012), Badiou escribe: “(…) de lo que fue un azar voy a sacar otra cosa. Voy a sacar de él una duración, una obstinación, un compromiso, una fidelidad”.
Bibliografía
Badiou, A. y Truong, N. (2012). Elogio del amor. Buenos Aires: Paidós.
Cornu, L. (2017). “Acompañar: el oficio de hacer humanidad”. En G. Frigerio, D. Korinfeld y C. Rodríguez (coords.), Trabajar en instituciones: los oficios del lazo. Buenos Aires: Noveduc.
Han, Byung-Chul (2014). La agonía del Eros. Barcelona: Herder.
Han, Byung-Chul (2015). La salvación de lo bello. Barcelona: Herder.
Han, Byung-Chul (2017). La expulsión de lo distinto. Barcelona: Herder.
Han, Byung-Chul (2017). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder.
Rancière, J. (2007). El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual. Buenos Aires: Libros del Zorzal.
Serres, M. (2013). Pulgarcita. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.