Con Arendt (2017), reconocemos que el sentido de la política es la libertad. Supone la acción2, además de la pluralidad y la experiencia de la libertad, que es, desde esta perspectiva, el mayor potencial de la acción política. O, dicho de otro modo: si no hay discusión, si no hay debate, no hay política, sino totalitarismo.
En este texto, Arendt reflexiona sobre la desconfianza que recae sobre la política. Es por eso que la retomo: por la vigencia y la potencia de su pensamiento para comprender algo de nuestro tiempo. Dice:
…si esperar milagros es un rasgo del callejón sin salida en el que ha ido a parar nuestro mundo, de ninguna manera esta esperanza nos saca del ámbito político originario. Si el sentido de la política es la libertad, es en este espacio -y no en ningún otro- donde tenemos derecho a esperar milagros. No porque creamos en ellos, sino porque los hombres, en la medida que pueden actuar, son capaces de llevar a cabo lo improbable e imprevisible y de llevarlo a cabo continuamente, lo sepan o no(…) Puesto que el hombre no es autárquico, sino que depende en su existencia de otros, el cuidado de ésta debe concernir a todos, sin lo cual la convivencia sería imposible. Misión y fin de la política es asegurar la vida en el sentido más amplio. (Arendt, 2017, pp. 66-67)
En el marco de este pensamiento, me permito decir que la política aloja la igualdad y la diferencia. Igualdad de la condición humana, igualdad en las inteligencias; en la posibilidad del estudio, de la palabra puesta desde una posición, abierta al encuentro de otras (otras palabras, otras posiciones). La política desde esta perspectiva reconoce la igualdad y aloja la diferencia en tanto habilita la renovación. Otra vez, Arendt, la educación tiene que ver con el cuidado, la conservación y la renovación del mundo.
2. “Arendt distingue la acción de otras dimensiones de la condición humana. (…) La acción, solo es política si va acompañada de la palabra (lexis) discurso. Y ello porque, en la medida en que siempre percibimos el mundo desde la distinta posición que ocupamos en él, solo podemos experimentarlo como mundo común en el habla. Solo hablando es posible comprender, desde todas las posiciones, cómo es realmente el mundo. El mundo es pues lo que está entre nosotros, lo que nos separa y nos une”. Birulés, F. (2017). Introducción. En H. Arendt, ¿Qué es la política?. Barcelona: Paidós, pp. 16-19.
Armemos un espacio para que los docentes de la provincia puedan seguir estudiando; donde el esfuerzo y el tiempo de estudio tengan sentido no solo porque mejore las condiciones de trabajo de los docentes, sino, principalmente, porque enriquezca la experiencia escolar de las niñas, los niños y los jóvenes a quienes obligamos a estar en la escuela muchas horas por día y muchos años. Si como adultos nos arrogamos ese derecho, tenemos al menos que realizar permanentemente el esfuerzo intelectual de revisar la propuesta que hacemos a las nuevas generaciones. Y si asumimos responsabilidades como funcionarios del Estado, si tomamos decisiones que comprometen el financiamiento de políticas públicas, tenemos que justificar muy bien por qué hacemos lo que hacemos. No tengo dudas sobre esta iniciativa, no tengo dudas sobre la necesidad de armar un espacio de formación docente posinicial. Ahora, armá un equipo multidisciplinar; y estudien ustedes primero, investiguen lo que se está haciendo en otros lados. Consideren el desarrollo tecnológico, incorporen las nuevas tecnologías en el proceso de formación, pero, además, “lean” en perspectiva los cambios que traen a la vida social y cultural, al mundo del trabajo. No pierdas el eje: estamos pensando en desarrollar un espacio para la formación docente continua, entonces, es ineludible que ustedes miren y estén atentos a los cambios culturales que estamos viviendo. Tengan presente lo que tantas veces repetimos: son las maestras, los maestros, los profesores y las profesoras (hablamos de la educación obligatoria) quienes ayudan en ese proceso que es la “introducción de los nuevos al mundo”. Ahora bien, son ustedes, que van a diseñar las propuestas de formación para esos docentes, quienes tienen la principal responsabilidad de estar más atentos que cualquiera al mundo; prestando “atención”, como leíamos en Masschelein y Simons.3 Entonces, estudien, discutan, acuerden y empiecen a caminar. Acordate de Paracelso: “El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra. (…) Cada paso que darás es la meta”.
3. Refiere al libro Defensa de la Escuela. Una cuestión pública (2014), en el que Masschelein y Simons argumentan que la escuela es escuela (entre otras cuestiones) cuando hace posible “abrir el mundo en la escuela y que en realidad es el propio mundo (y no los talentos de los alumnos o sus necesidades individuales de aprendizaje) lo que se revela” (p. 44). Subrayo yo aquí: “La escuela no está separada de la sociedad, pero es única en tanto es el lugar esencial de la profanación y de la suspensión a través de las que el mundo es abierto” (p. 45).
Esto me dijo el ministro Grahovac, recordándome el cuento de Borges (1998) que unos años antes me había regalado: “La rosa de Paracelso”. Era abril del 2015 y el ISEP estaba empezando a ser; estas palabras comenzaban a definir su cuerpo: la meta es el camino.